Hace tiempo que no escribo en mi blog. He escrito mucho, muchísimo, me paso el día haciéndolo. Que si mails, que si noticias, que si poemas, que si cuentos, que si encargos, que si frases, que si mensajes, que si agradecimientos. Mi alter ego se está comiendo mi ego, o al revés, ¡ya no lo sé!
Hablando de tiempo… Creo que nos damos poco tiempo y dedicación para conocernos, a nosotros mismos y a los demás. La sociedad avanza a velocidad de la luz, la felicidad es ansiada y provocada, existe una obsesión por ser algo o alguien especial… Tenemos (me incluyo) ego, mucho ego.
Lo cierto es que nos damos poco tiempo para todo, incluso para conocer amistades o pareja. Creemos que pasando un test por Tinder o Whatsapp + investigando un poco Facebook, cual Sherlock Holmes, podemos conocer a alguien. En cuatro cafés ya podemos hacer un croquis de la persona en cuestión y catalogarla «es así y asá». La idealización y la subjetividad juegan un papel importante aquí.
Recuerdo una situación en la que un chico que me conocía hacía un mes me dijo «cómo era», la verdad es que no clavó ni una. Pensé que, en parte, habría sido fallo mío por no mostrarme del todo transparente, quizás no contesté las preguntas del cuestionario, o no me desnudé (metafóricamente) lo suficiente para que me conociera en un mes. Tampoco gasté energía en llevarle la contraria, simplemente lo dejé pasar. Quizás la madurez o la chulería me han aportado que si alguien no tiene ganas de «perder el tiempo contigo» es mejor que «no te haga perder el tiempo». Este concepto me hace mucha gracia pero lo trataré en otro post (o en otra vida).
En estos tiempos que corren queremos SABER ahora, ya mismo, por mensaje. Cual algoritmo, combinamos: edad, sexo, situación sentimental, experiencias con las relaciones antiguas, la relación con la familia y hobbies, haciendo un estudio de compatibilidad para imaginarnos cómo es aquella persona.
Recuerdo que esta clase de preguntas las hacían psicólogos de recursos humanos en entrevistas de trabajo, pero ahora también es la nueva forma de conocer a alguien y ser «candidata perfecta para…». Es verdad que debemos prestar atención a algunos ítems, pero quizás una entrevista no sería la manera. Quizás podemos «perder el tiempo» viviendo un poco y compartiendo el tiempo con esa persona… O no.
Aunque parezca mentira, porque las nuevas tecnologías me apasionan, voy a confesar algo: esto de las nuevas formas de conocer gente a través de las aplicaciones (Tinder, Happn, Lovoo, etc.) se nos ha ido un poco de las manos.
La inmediatez ya forma parte de las personas, a nivel relacional/social, pero también la hemos puesto en los sentimientos, por ejemplo a la tristeza. Siéntelo rápido y fuera, no hay espacio para ella. La sentimos pero no la queremos. La intentamos extirpar de nuestras vidas, creando días felices y positivos, alejándonos de las cuestiones que nos duelen. Porque la tristeza, es incómoda… ¿no?
Cuidado, no estoy diciendo que nos regocijemos en los sentimientos que nos hacen sentir mal, eso no. Siempre digo que hay que intentar estar bien para dejar de estar mal, de la misma forma que es necesario quitarle hierro a las cosas que son superfluas o que no están en nuestras manos resolver, que son la mayoría.
Defiendo la idea del SENTIR; sentir la alegría, sentir la tristeza, sentir el estrés, sentir el amor, sentir la pasión, sentir todo aquello que es natural que sintamos. Y, en el caso de los «sentimiento incómodos», dejarnos sentir; que afloren y que se transformen. Porque si no les hacemos foco de nuestra atención, se transforman y se van.
Y es que las redes sociales o el extendimiento del #pensamientopositivo invitan a que no nos vean nunca mal, ¿recordáis la película de Las mujeres perfectas? Parece que un poco estamos en eso.
Ya que hoy me ha dado por abrirme un poco, a ver si nos vamos conociendo como personas adultas y sentidas, debo decir que en los últimos años he experimentado cosas que no había experimentado y de las que he aprendido mucho. Primero la ansiedad, cuando compartía con mis amistades este estado me decían: pues se te ve muy tranquila, ¡eso seguro que es porque practicas yoga cada día! (y en parte tienen razón: el sentir, estar presente y dejar ir los «sentimientos incómodos», forma parte de las meditaciones).
También experimenté una pequeña dosis de insomnio (¡eso yo! que siempre he dormido como un tronco!), con los nuevos proyectos y conversaciones mi cerebro iba a mil.
Ambos los viví con tranquilidad, incluso con curiosidad, mi pensamiento fue: anda, ¡qué curioso! pues esto debe ser ansiedad. Y entendía a muchas personas que me habían hablado de ella sin que yo la conociera.
Ansiedad, rapidez, vida activa, mensajes recibidos y enviados, estados en las redes sociales, fotos, estadísticas, noticias… Claro que es difícil tener una vida slow cuando todo el entorno se mueve en fast. Aunque quizás sí que es posible un slow flow en determinados momentos y sobre todo, en determinados sentimientos. No todo lo que queremos puede ser para ahora, quizás lo que creemos querer será mañana o, tal vez, no será.